Desde su llegada a Aldeas Infantiles SOS cuando era un niño, José María ha sido testigo de la transformación que puede surgir con el apoyo, la dedicación y el amor de una comunidad. A sus 24 años, José ha logrado lo que muchos consideraban un sueño lejano: convertirse en licenciado en enfermería. Su camino, lleno de alegrías y también desafíos , es la verdadera esencia de esta historia.
José recuerda con cariño aquellos primeros días en los que llegó al programa: “Desde que llegué a la Aldea de San Ignacio, hice amigos que conservo hasta hoy; llevamos una amistad casi de 20 años”, comenta. Su infancia estuvo marcada por momentos de alegría y diversión.
Recuerda, con una sonrisa, cómo en los días de lluvia pedía permiso a su cuidadora, la tía Adelaida, para ir a jugar con su amigo, ya que las actividades al aire libre eran limitadas por las inclemencias del tiempo. Otro de sus hobbies era la carpintería. Pero lo que realmente dejó huella en él fue su dedicación a aprender, incluso cuando no siempre fue el mejor alumno de la sala. A pesar de las dificultades, nunca dejó de esforzarse por estudiar, sabiendo que cada esfuerzo tenía un propósito.
Desde pequeño, José mostró una gran vocación por ayudar a los demás. “Me encanta ayudar a las personas, especialmente a los enfermos”, nos cuenta. Fue en ese deseo de servir a los demás que nació su pasión por la enfermería. Aunque su camino no fue fácil, José sabía que esa era su verdadera vocación.
Durante su formación, enfrentó momentos difíciles. Hubo ocasiones en las que sentía que no podía continuar, pero siempre encontró el apoyo necesario para seguir adelante. “Aldeas Infantiles jugó un papel muy importante en mi vida. Siempre estuvieron acompañando, apoyándome y levantándome el ánimo cuando lo necesitaba”, expresa con gratitud.
José también vivió la experiencia de ayudar a otros, poniendo en práctica sus conocimientos antes de terminar su carrera. Asistió a un joven que se había accidentado, cuidándolo durante un mes hasta su recuperación completa. Este acto solidario fue solo un adelanto de lo que su futuro como profesional de la salud promete.
Hoy, al mirar hacia atrás, José sabe que su título universitario no es solo un logro personal, sino también un homenaje a todos aquellos que lo apoyaron en su camino. “Este título se lo dedico a Aldeas Infantiles, porque estuvieron siempre conmigo. Y como agradecimiento, terminé la facultad”, dice con humildad.
En sus palabras finales, José deja un mensaje poderoso para otros jóvenes: “No se rindan. Aprovechen cada oportunidad. El camino no será fácil, pero si realmente quieren lograr algo, tienen que luchar hasta llegar a la meta”.
Y es que, a pesar de los obstáculos, José lo ha logrado. Ha cumplido su sueño y ahora mira al futuro con determinación, dispuesto a seguir aprendiendo y creciendo. Con su historia, demuestra que, aunque el camino sea largo y desafiante, con esfuerzo y el apoyo adecuado, los sueños se pueden hacer realidad.